miércoles, 16 de enero de 2008

El Pueblo Palestino, un baluarte en la lucha Antiimperialista

Palestina, un baluarte de la resistencia anti imperialista.
¡Un pueblo entero está siendo asesinado por hambre! Es el pueblo palestino… Pero nuestra prensa calla, la derecha calla, el gobierno calla, todos los sustentadores del capital callan.
Nosotros no callamos…


El conflicto actual en Palestina está siendo presentado por los medios de comunicación oficiales como una maraña incomprensible, como una guerra sin sentido, como una sangría fraticida entre palestinos, como el fanatismo musulmán desatado del cual habrían sido víctimas permanentes, los judíos… Esconden intencionalmente los sucesos históricos y las causas del conflicto, falsean u omiten hechos, para que no lleguemos siquiera a vislumbrar el holocausto que el pueblo palestino está sufriendo... y sea imposible reconocer a aquellos que están detrás de ese holocausto, del holocausto palestino.

En 1896 fue editado en Viena un libro titulado El Estado judío[1], escrito por el periodista judío Theodor Herzl[2]. En él se sentaron las bases del sionismo[3] como respuesta y solución al antisemitismo que estaba agudizándose en aquellos años La idea sionista desagradó a muchos judíos ortodoxos (hoy mal llamados ultraortodoxos) de la época que sintieron que ella atentaba contra sus creencias[4], por lo que durante muchas décadas no hubo mayor acogida de esta concepción entre los judíos diseminados por Europa…, hasta que se produjo el holocausto[5], que cobró la vida de ¡6 millones de judíos! exterminados en cámaras de gas y en campos de concentración. Un crimen sin precedentes en la historia humana.
Increíblemente, como recompensa al crimen cometido, el estado alemán fue retribuido millonariamente mediante el Plan Marshall (1948-1953). Pero, si Alemania obtuvo tan voluminosa recompensa por su crimen, ¿quién pagó en cambio por él? Pues un pueblo pequeño, pobre y ajeno al conflicto: los palestinos.
Esta es la historia reciente del pueblo palestino.

Durante cinco milenios, el territorio que hoy conocemos como Israel, ha sido habitado por los palestinos o sus antepasados, como también por una minoría judía que vivía en armonía con ellos. A contar de 1920 empezó una lenta afluencia de judíos que se iban instalando en ese territorio por la vía de la compra de terreno. “Parte de la tierra fue adquirida ilegalmente y otra parte fue comprada a terratenientes árabes con fondos suministrados por judíos adinerados en Europa. Sin embargo, hasta las compras legales fueron frecuentemente dudosas desde el punto de vista moral, ya que a veces involucraban la compra de tierras de terratenientes absentistas y la subsiguiente expulsión de los campesinos árabes pobres.”[6]
Sin embargo, el conflicto en Palestina no es consecuencia de esta compra de terrenos legales o ilegales, sino del exterminio cometido por el nacionalsocialismo alemán, un país cristiano, europeo, y muy rico… crimen por el que se está haciendo pagar al pueblo palestino, un pueblo musulmán y pobre. Porque el holocausto judío permitió que el sionismo, inicialmente poco aceptado, adquiriera masiva adherencia entre los judíos de todo el mundo, los que comenzaron una presión internacional por un lugar en donde poder asentar un Estado judío. En 1947, un año antes de la implementación del plan Marshall, la ONU accedió a las rogativas sionistas. La solución fue increíble: dividir por la mitad a Palestina para instalar allí a los inmigrantes judíos, bajo la simple argumentación que ellos poseían, tómese nota, un derecho histórico sobre esas tierras. Pero, la verdad es que “la idea de que había y hay dos pueblos con el mismo derecho a reclamar el mismo territorio es un sinsentido histórico.”[7] La división por la mitad resultó simple: La mitad más grande, por cierto, sería del Estado judío (alrededor del 55%), y la mitad más pequeña (alrededor del 45%) sería del Estado árabe.
Y comenzó la deportación de miles de palestinos del lugar en que ellos habitaban y en el que sus ancestros habían habitado, para limpiar el territorio de lo que sería el Estado judío. Junto con la apropiación del territorio, la creación del Estado judío y la expulsión de palestinos, comenzó también el conflicto árabe-judío. Los países árabes se unificaron militarmente en 1948 contra el recién nacido Estado sionista. Pero éste no estaba ni está solo, tiene el apoyo económico y militar nada menos que de los dos países más poderosos de la tierra: Estados Unidos y Gran Bretaña, que financiaron su poderío militar. Con tal ayuda, no le fue difícil derrotar a la alianza árabe, pero además, de pasadita, ampliar su territorio.
Al mismo tiempo que el Estado sionista declaraba (casi explícitamente, como denotan los debates en la ONU) su voluntad de conquistar todo el territorio palestino, comenzó el pueblo su organización para luchar por su liberación nacional. Los palestinos quedaron, después de reiteradas incursiones y conquistas sionistas, posteriores a la división realizada por la ONU, constreñidos a la Cisjordania y a la pequeña pero económicamente relevante Franja de Gaza. Pero hoy, con el pasar de las décadas, las conquistas territoriales del Estado judío han avanzado abrumadoramente, estando hoy los palestinos aglutinados en verdaderos gettos, bloqueados económica y cercados políticamente por el Estado sionista, sin alimentación y trabajo, muriéndose literalmente de hambre. Muchos otros palestinos han tenido que abandonar sus tierras buscando refugio en los países vecinos y o en lejanas latitudes, como Chile. Hoy Palestina ya no es Palestina, hoy Palestina es Israel.
Cuadro comparativo del territorio palestino antes de 1949 y lo que les resta en 2000.

Fuente: Jerusalemitas (www.jerusalemites.org).
El pueblo palestino está pagando el crimen cometido por el nacionalsocialismo alemán, por razones y cálculos capitalistas e imperialistas mundiales: Como consecuencia de la segunda guerra mundial Alemania quedó dividida en dos. En una mitad siguió rigiendo el modo de producción capitalista, en la otra, empezó a regir el socialista. Que uno de los más avanzados países del mundo estuviera al borde de ser “absorbido” por el socialismo, no era permisible para el capitalismo. Para “salvar” a la Alemania occidental de la debacle económica que el nacionalsocialismo y la segunda guerra mundial le habían dejado y evitar la transformación de la misma en una sociedad socialista, aplicó Estados Unidos el plan Marshall. El objetivo central de Estados Unidos y demás potencias occidentales, era -pese a los hechos criminales que cometieron los nacionalsocialistas alemanes- levantar a Alemania de las ruinas. Pero los crímenes no pudieron ser omitidos. Mal que mal, Alemania era un país derrotado. Fue así que el occidente tomó la decisión de matar tres pájaros en un tiro: levantar Alemania y evitar que el Socialismo se expandiera a las zonas más avanzadas del mundo actual y arriesgar así la superación del capitalismo mundial; saldar la deuda con los judíos; y colocar un caballo de Troya en pleno territorio árabe para ir, desde allí, penetrando las economías árabes ricas en petróleo. Esta genial jugada de ajedrez mató de un solo movimiento a los peones: el pueblo palestino.
Detrás de esta jugada de occidente subyace la explicación de porqué el conflicto palestino ha sido y es tan importante para la lucha contra el imperialismo: a Palestina, por razones nada más que históricas, fue trasladada la disputa socialismo v/s capitalismo –hecho que explica el porqué entre los palestinos, a diferencia de los demás pueblos árabes, el proyecto socialista ha tenido tan profunda acogida–. Por ello, la oposición al Estado sionista de Israel de ningún modo reviste un carácter racial antisemita. El problema, nos parece, no son los seres humanos y sus creencias individuales. El dilema son los Estados como aparatos de dominación de una clase por otra y de un pueblo por otro. El sionismo, nacido inicialmente como una propuesta para acabar con el antisemitismo, bajo el alero de EEUU ha llevado a la constitución de uno de los más sangrientos, opresivos y bárbaros Estados del mundo.
Durante décadas los pueblos habían sentido una mayor simpatía por el pueblo palestino que por el Estado sionista, hasta el día en que Hamas[8] asumió el gobierno. Desde ese momento, las posturas se han dividido entre quienes le han restado al pueblo palestino su apoyo, debido a la característica actual de su gobierno, y aquellos que lo apoyan sosteniendo que Hamas representa una postura más popular y radical que la antigua OLP, recibiendo con júbilo su asunción.
A nuestro entender, Hamas no constituye un partido revolucionario, pues su programa es diametralmente opuesto a la solución socialista del problema palestino. No puede cumplir con una solución de ese tipo, pues es un órgano político construido sobre la base de fundamentos religiosos, lo que le impide, por tanto, realizar un análisis científico de la realidad, un análisis que acoja la visión de la población desesperada, agobiada por el hambre y la miseria como consecuencia del bloqueo económico que el Estado sionista le está haciendo a los palestinos en su propio territorio, como consecuencia de las bombas de uranio que han sido disparadas sobre soldados palestinos, como consecuencia de una cesantía del más del 65% de la población. Más del 60% de los palestinos vive hoy en la miseria.
La retórica religiosa de Hamas difícilmente solucionará el problema de los palestinos. El Hamas no tiene como objetivo la superación de la propiedad privada, ni se opone al capital que explota a las masas trabajadoras. Todo lo contrario, su lucha se dirige contra las corrientes seculares que en las últimas dos décadas han ido adquiriendo importancia dentro del mundo islámico, contra mujeres que no se someten a los dictámenes islámicos, contra la izquierda y contra otras minorías como lo son algunos grupos étnicos y religiosos.[9] El fundamentalismo religioso no busca luchar contra el sistema bancario, sino aumentar la participación árabe en él. De lo que se trata para él es de luchar contra el capitalismo transnacional occidental (principalmente estadounidense y británico) pero no contra el nacional, pues el capitalismo transnacional le resta espacio al gran capital regional y empobrece a las clases medias y las proletariza. Ellos no luchan contra la propiedad privada, sino que temen que las empresas transnacionales se apoderen de las empresas que hasta allí han estado en manos de árabes, vale decir, le temen a la concentración del capital occidental pero no al capitalismo mismo. La propiedad privada es para ellos, tal como para el occidente, el sagrado “mandamiento” de sus luchas. Su Dios, tal como el Dios cristiano, existe como encarnación suprema de la defensa de la propiedad privada. El objetivo de Hamas no son los trabajadores, campesinos y la pequeña burguesía pauperizada, sino la creación de un Estado islámico, construido sobre lo que ha sido históricamente territorio palestino.[10]

¿Pero entonces, por qué Hamas ha concitado tanto respaldo del pueblo palestino? Porque… qué más se le puede pedir a ese heroico y agotado pueblo. Han sangrado durante medio siglo y resistido con férrea voluntad. Supieron elegir bien a sus dirigentes políticos: Al-Fatah, una organización de tinte marxista. Pero, ella cayó en desgracia bajo la dirección de Mahmud Abbas quien, en un impulso por consolidar posturas reformistas, comenzó a utilizar armas sionistas y norteamericanas en contra de su mismo pueblo para frenar la lucha contra sus preceptos reformistas.[11] Fue así que el pueblo palestino, que está muriendo de hambre y penetrado por las balas sionistas, que está sufriendo los más terribles vejámenes y torturas a manos de los soldados israelitas, buscó una nueva solución: Hamas.
Sin embargo, pese al carácter anti-popular y no revolucionario de Hamas, para los comunistas, indistintamente de quien encabece el proceso, el apoyo hacia la liberación nacional del pueblo palestino es incondicional. Pero ello no obsta para que sostengamos indispensable que el proceso palestino llegue a ser conducido por la clase trabajadora. De hecho, la aparición de Hamas responde a la circunstancia de que no ha podido conformarse una conducción revolucionaria, comunista, del proceso.
Pensamos que Palestina podría solucionar su conflicto, pero no por medio del programa de Hamas, sino a través de un proyecto socialista, de clase, un proyecto revolucionario que emane de las masas trabajadoras y populares, de las mujeres y hombres del pueblo palestino y, ante todo, internacionalista, es decir, que también asuma los intereses de los trabajadores y campesinos judíos y que así rompa con los fundamentalismos nacionalista-religiosos, tanto sionistas como árabes, detrás de los cuales se esconden nada menos que los intereses del gran capital occidental y oriental que se están disputando la hegemonía del medio oriente tras el petróleo, la mano de obra barata y las tasas de interés bancarias.

También nosotros, el resto del mundo deberíamos socorrer a los palestinos, oponiéndonos y desenmascarando las mentiras que han presentado en la televisión oficial: el pueblo palestino no es un pueblo terrorista, sino un pueblo henchido de valentía y coraje inimaginables para nosotros los chilenos –a excepción de los mapuches-, deberíamos denunciar con nuestros familiares, vecinos, colegas y amigos los maltratos que está sufriendo este pueblo, deberíamos vociferar la injusticia de la usurpación territorial que sufren al punto de ser ajenos en su propia casa. Deberíamos ir creando opinión, ir rompiendo el cerco informativo, deberíamos buscar las formas de apoyar a ese pueblo valeroso y ante todas las cosas, deberíamos agradecerle su lucha pues son ellos la punta de lanza en la lucha anti-imperialista en nuestros días. Tenemos con ellos esa deuda histórica.
Cuando Palestina sea capaz de crear un proyecto socialista, internacionalista y revolucionario en pro de un Estado único sin privilegios especiales para judíos ni árabes, recién ahí podrá el pueblo palestino dormir tranquilo y la humanidad junto a él podrá declarar una gran victoria contra el imperialismo y los intereses económicos que subyacen en él.
Lo que ocurre en Palestina no es más que una versión más general de lo que le está ocurriendo al pueblo mapuche y a los demás pueblos originarios de nuestro continente.
Es fundamental repudiar hondamente lo que está ocurriendo en Palestina pues es solamente el inicio. En Chile el nuevo proceso de usurpación de tierras está comenzando a agudizarse, cobrando vidas humanas cuyo número irá escalando en la medida en que el capital nacional y transnacional no encuentre el freno necesario y mientras el capitalismo sea el único sistema vigente y no aparezca otro proyecto que le comience a disputar la hegemonía. En cambio, si el proyecto comunista vuelve a expandirse entre los pueblos de la tierra disputándole la existencia al capitalismo, las usurpaciones territoriales irán siendo frenadas, hasta que llegue el momento en que los trabajadores del mundo se lancen en pro de la construcción de su propia sociedad, en que la usurpación será sustituida por la cooperación internacional, hasta que advenga el momento en que las fronteras se hayan desvanecido y la tierra entera sea un mundo sin barreras.

Gisela Ahumada
[1] El libro tiene por título completo: Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (en castellano: El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía).
[2] Un año después (1897) se realiza el primeGr congreso mundial sionista presidido por este mismo periodista.
[3] El sionismo propone la construcción de un Estado judío al cual todos los judíos del mundo puedan ir. El vocablo sionismo se deriva de la palara sion que es una forma poética que denominar a la tierra de Israel.
[4] Cuando regresara el mesías iba recién a concretizarse la constitución de tal Estado judío, no antes.
[5] Léase al respecto la entrevista publicada en www.rebelión.org: ¿Cuáles son los orígenes modernos del conflicto israelí-palestino?
[6] Citado extraído del texto publicado en www.rebelion.org: “¿Cuáles son los orígenes modernos del conflicto israelí-palestino?”
[7] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=59305
[8] HAMAS es la sigla para “Harakat al-Muqawama al-Islamiyya” lo que significa en árabe “Movimiento de resistencia islámico”. Además, HAMAS es una palabra. El vocablo Hamas significa en árabe “entrega”.
[9] Fuente: Der Funke, marxistischer standpunk in der Arbeiterbewegung: “ Palästina – Über den Ursprung von Hamas und ihre heutige Rolle (http://www.derfunke.de/joomla-cms/content/view/165/94/).
[10] Fuente: Der Funke, marxistischer standpunk in der Arbeiterbewegung: “ Palästina – Über den Ursprung von Hamas und ihre heutige Rolle (http://www.derfunke.de/joomla-cms/content/view/165/94/).
[11] Fuente: Der Funke, marxistischer standpunk in der Arbeiterbewegung: “ Palästina – Über den Ursprung von Hamas und ihre heutige Rolle (http://www.derfunke.de/joomla-cms/content/view/165/94/).

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